La animación japonesa no es nada nuevo en el sector del entretenimiento. Lo que sí es nuevo es la relevancia que cobró en los últimos años, tanto así que hasta grandes marcas internacionales han colaborado con animes. Pero, ¿por qué ahora el anime es tan popular? ¿Qué ha cambiado? El fenómeno se atribuye a diferentes razones.
En primer lugar, el anime es un elemento cultural básico de la sociedad japonesa. Pero durante mucho tiempo, toda la producción estuvo enfocada en ese público. No fue hasta los años 80 y 90 cuando el mundo volteó a ver al anime, que las casas de animación presionaron para que sus obras se distribuyeran en el extranjero.
Como resultado, a partir de la década del 2000 los creadores de anime empezaron a generar contenidos que se ajustaran a las preferencias occidentales. Un factor que actualmente está muy marcado, ya que cada vez se lanzan más títulos multiculturales y de carácter internacional, con los que los espectadores de todas las latitudes se sienten más identificados.
El cambio en los hábitos de consumo de contenidos audiovisuales impactó de manera directa. Hace 25 o 20 años, fuera de los animes que se transmitían en televisión, encontrar títulos en otros medios era una aventura. Los usuarios tenían que recurrir a sitios piratas plagados de virus y páginas de descarga de dudosa calidad. Con el auge del streaming, las cosas dieron un giro.
La incorporación de servicios legales con licencias oficiales influyó para que más personas tuvieran acceso a un catálogo más diverso de anime. Solamente Anime Onegai por ANIMEKA, plataforma de anime directa de Japón para Latinoamérica, estrena una serie nueva cada semana como, por ejemplo, “Aria the Scarlet Ammo” para el 8 de agosto
Si algo caracteriza al anime es que ofrece tramas e ideas novedosas. La atención al detalle en personajes, escenarios, música y arte es algo que no pasa desapercibido por el público. Pero si algo ha hecho que estas historias japonesas traspasen fronteras es que desafiaron el prejuicio de que las animaciones son sólo para niños.
Hay títulos para todas las edades y todos los géneros posibles a escoger. Su rango demográfico es tan amplio que brinda desde obras educativas hasta otras con temáticas más profundas y maduras. Esto permite que los integrantes de una familia compartan una tarde de anime que será entretenida y divertida para cada uno.
La narrativa del anime es única. Por ejemplo, existen historias en donde no hay villanos ni héroes o solamente un personaje principal. Ante la crisis de creatividad que viven industrias del entretenimiento, como la cinematográfica, los títulos japoneses representan una opción atractiva. Además, las audiencias se encariñaron con las animaciones niponas porque están limpias de ideologías o mensajes políticos.
En conclusión, ésta es la mejor época para ser fan del anime. Las producciones de este tipo han resistido la prueba del tiempo y no hacen más que aumentar su demanda.