Si me hubieran preguntado si quería un The Witcher 4, cuando fue el lanzamiento de The Witcher 3: Wild Hunt, mi respuesta hubiera sido un sí rotundo. Obviamente, habría que hacer algunas consideraciones: la historia tendría que estar bien y debería haber una buena razón para regresar a ese mundo. Pero la oportunidad para ir de vuelta a ese reino rico y lleno de monstruos, sería demasiado tentadora para ignorarla. Sin embargo, esto hubiera sido en 2015.
El reciente teaser de The Witcher 4, una imagen del medallón lynx sobre la nieve blanca y pura, no nos decía mucho. El anuncio que lo acompaña, señalando que el equipo de desarrollo utilizará el motor Unreal Engine 5 de Epic, nos dijo más.
Por supuesto, es un adelanto emocionante para los fans; el medallón de la cabeza de lince indica que CD Projekt Red se aleja de la historia de los libros para seguir su propio camino. En las novelas de Andrzej Sapkowski no se menciona la Escuela del Lince, por lo que debe tratarse de una nueva escuela de Witcher.
Sin embargo, desde el lanzamiento de The Witcher 3, CD Projekt Red solamente ha estrenado otro videojuego AAA y no fue, ni de cerca, tan bien recibido. Aunque las calificaciones de la crítica de Cyberpunk 2077, antes de su lanzamiento, eran altas, la reacción generalizada tras el lanzamiento ha sido… bastante negativa.
El RPG fue presentado en un pobre estado de desarrollo con bugs importantes que afectaban la experiencia de los jugadores; se resintió aún más porque no llegó a cumplir las promesas de sus primeras demos y su mundo carecía de vida en general. Fue una terrible desilusión de un estudio tan talentoso. Incluso aquellos que buscan diamantes en bruto deberían admitir que, en su mejor momento, Cyberpunk 2077 no es un parche para The Witcher 3, ya que a menudo se pierde en la narración y se cae en un montón de estereotipos y clichés aburridos.
Parte de esto se debe a un factor simple: el CD Projekt Red que hizo The Witcher 3 no es el mismo que desarrolló Cyberpunk 2077. El diseñador de misiones Nikolas Kolm, que desempeñó un papel fundamental en el éxito de The Witcher 3, dejó el estudio para trabajar en Ubisoft para el proyecto de Assassin's Creed Odyssey. Kolm tampoco fue el único miembro clave del personal que se fue.
Con semejante fuga de talento, es justo decir que el equipo que creó Cyberpunk 2077 no es el que entregó el aclamado RPG de fantasía de 2015. A pesar de toda la enorme ambición y el dinero que un estudio puede invertir en un proyecto, la gente hace juegos, y su éxito es el resultado de la colaboración. ¿The Witcher 4 podrá estar a la altura de su precuela, aún cuando esos desarrolladores ya no están?
También está la cuestión de: ¿debemos querer un The Witcher 4? Los desarrolladores de Cyberpunk 2077 han hablado sobre las terribles condiciones en las que trabajaron para hacer el juego. Lanzar un mal juego es una cosa, pero un estudio que pone a su equipo de trabajo en ese tipo de estrés, no debería perdonarse tan fácil. Cada vez que un título que vale la pena sale, a pesar de estas condiciones, es un milagro maldito que solamente ayuda a ocultar lo precario y dañino que es desarrollar un videojuego en tiempo de crisis.
Todo esto indica que, aunque una nueva entrega de una saga muy querida es emocionante de forma abstracta, no se puede separar de la forma en que CD Projekt la hizo. Es difícil estar ilusionado con The Witcher 4 cuando el equipo que hizo The Witcher 3 ha pasado a mejor vida, cuando Cyberpunk fue un desastre y cuando el estudio no salvaguardó la salud de sus empleados.
Podría seguir hablando de posibles características y argumentos; hay terreno fértil para hacer crecer otro RPG estelar: me encantaría ver a Ciri en el papel protagonista y qué historias se derivan de su narrativa. ¿Cómo se gana la vida como bruja sin los mutágenos sobrehumanos que hicieron de Geralt la máquina de matar que era? ¿Sigue teniendo acceso al poder que definió su vida durante tanto tiempo? ¿Cómo se enfrentará Ciri a vivir en un mundo patriarcal, una realidad que Geralt evitó en gran medida?
Pero ese interés no supera el hecho de que el último lanzamiento del estudio no cumplió con las expectativas y no cuidó de la gente que lo desarrolló. La gente especulará ampliamente sobre lo que quiere del nuevo título de The Witcher. Pero la posibilidad, y no la realidad, puede cegarlos. Las preguntas que hay que hacerse sobre The Witcher 4 no son sobre la narrativa o nuevas características. Deberían ser sobre si CD Projekt Red ha hecho algo para solucionar sus condiciones laborales. ¿Cómo podemos confiar en el marketing del siguiente lanzamiento, cuando Cyberpunk 2077 pintó una imagen sumamente diferente de la realidad del juego terminado?
The Witcher 4 justifica el escepticismo y la crítica hasta que CD Projekt Red demuestre al mundo que las cosas han cambiado para bien. Ninguna promesa de una secuela de ensueño debería cambiar eso.