En las últimas semanas, el Gobierno estadounidense ha impuesto una serie de aranceles a los productos importados de otros países. La medida pretende devolver la industria manufacturera y otras industrias a suelo estadounidense, y el presidente Trump anima a los residentes del país a comprar productos estadounidenses.
Estos aranceles se imponen país por país, con impuestos más elevados para unos que para otros. Es especialmente preocupante para los fabricantes de tecnología, incluidos los que producen smartphones y laptops, entre otros.
Algunos de los mayores productores del sector tecnológico son China, con un impuesto del 34%; Taiwán, con un impuesto ligeramente inferior (32%); India, con un 26%, y Corea del Sur, con un 25%. La lista completa puede consultarse en el sitio web de The Guardian.
Los aranceles en cuestión pueden considerarse un impuesto sobre las mercancías importadas a un país determinado, en este caso, EE.UU.. Supongamos que fabricamos acero y que normalmente lo vendo por 10 libras, con la aplicación de aranceles, mi costo de importación aumenta, lo que significa que ahora tengo que venderlo a 11 libras para mantener el mismo margen de beneficio.
Este ejemplo no parece tan malo. El Reino Unido forma parte de un grupo de países afectados por una tasa del 10%, la más baja de la lista. Pero tomemos, por ejemplo, China. Allí, el arancel del 34% significa que mi pieza de acero de 10 libras cuesta ahora 13,40 libras. Si pasamos del dinero de bolsillo a millones, podemos tener una idea del problema al que se enfrentan los consumidores estadounidenses.
No hay una respuesta exacta, pero es difícil pensar que los precios no vayan a subir. Muchos de los aparatos que utilizamos a diario están relacionados con países asiáticos, ya sea el lugar de fabricación o simplemente el lugar donde se crean la mayoría de los componentes. Eso significa que el precio de importación de muchos bienes y servicios subirá. En teoría, ese costo podría ser absorbido (en su totalidad o parcialmente) por las empresas. Sin embargo, eso no parece especialmente probable.
La cuestión más importante no es si los precios subirán, sino cuánto. Eso es un poco más difícil de predecir porque no tenemos ejemplos en los que basarnos. Aunque sería sencillo decir que el precio de un Samsung Galaxy S25 Ultra subirá un 25% para tener en cuenta la tarifa surcoreana, no hay garantías de que el resultado final vaya a ser algo parecido.
Mientras hablamos, Apple parece estar aplicando una estrategia para evadir las regulaciones con su iPhone. Desde hace unos años, hemos visto cómo la fabricación de estos dispositivos empezaba a mudarse poco a poco a la India, algo que podría resultar más conocido.
Según informa el Wall Street Journal, Apple está considerando la posibilidad de enviar una mayor cantidad de su stock de iPhone desde la India en lugar de China, en un intento de disminuir el impacto de los aranceles. Es algo que puede convertirse en algo cada vez más común en los próximos meses, ya que las marcas intentan minimizar los gastos adicionales para el consumidor final.
Otro producto al que vale la pena prestar atención es la Nintendo Switch 2. Se presentó la semana pasada y llegará a las manos de los usuarios en los próximos meses.
Sin embargo, debido al impacto de los aranceles, el dispositivo no estará disponible para pedidos anticipados en EE.UU. en el mismo periodo de tiempo. La empresa tiene su sede en Japón, que sufrió un arancel del 24%.
Será interesante ver qué sucede a continuación. Como ocurre con todos los demás dispositivos mencionados aquí, no se sabe qué ocurrirá, pero sin duda se convertirá en un indicador para el resto de la industria tecnológica.