Al final del año pasado, vi una película en el cine que me hizo reflexionar sobre mi equipo de televisión. Tenía un televisor de 55 pulgadas, el cual parecía lo suficientemente grande hasta ese momento. No era pequeño, después de todo, pero esa ida al cine cambió mi perspectiva por completo. Disfruté de una cinta que ya había visto un montón de veces, incluyendo el televisor que tenía en ese momento, pero solamente en TV. En la pantalla más grande, de repente me di cuenta de que se había hecho con la escala cinematográfica en mente y que, sin una pantalla que llena gran parte de tu visión, me había estado perdiendo parte de la experiencia.
Por raro que parezca, la película en cuestión fue Máxima Velocidad. Siempre defenderé que es una obra maestra de acción de 5 estrellas. Pero nunca pensé que se convertiría en una cinta que despertaría en mí una especie de activismo cinematográfico. Es sencillo observar tomas panorámicas y considerarlas "cinematográficas", pero se pueden disfrutar en un televisor pequeño. Lo que realmente me atrajo de Máxima Velocidad fueron todas las tomas con un ángulo desde la ventana frontal del autobús.
En cambio, en una pantalla pequeña, parece un simple plano que muestra lo que está sucediendo. Pero en un panel tan grande, la ventana del autobús se ve, desde tu perspectiva, como si estuvieras realmente de pie justo detrás de Keanu como uno de los pasajeros. Se convirtió en algo más parecido a la realidad virtual que a un simple ángulo de cámara, y fue muy atractivo, en una película que he visto un montón de veces.
Así que me empezó a dar vueltas la idea de querer ese tipo de experiencia en casa, pero no quería comprar uno de los mejores proyectores, por varias razones de espacio y características. Además, en aquel momento no cabía nada de más de 55 pulgadas en mi sala.
Sin embargo, hace poco me cambié de casa y esto me dio la oportunidad de adquirir un televisor de 65 pulgadas. Pero no más grande, aunque tenía la sensación (un poco alocada) de que un televisor de 75 pulgadas es lo que realmente saciaría mis ganas.
El modelo que elegí es el Philips OLED806 de 65 pulgadas que añade una escala adicional utilizando la tecnología Ambilight exclusiva de la compañía, dando el efecto de ser un televisor aún más grande.
Lo primero que hay que decir es que el Philips OLED806 es un excelente televisor por donde lo veas. Proyecta colores magníficos, grandes cantidades de detalles, un contraste fantástico y los niveles de negro que esperas de una pantalla OLED. Todo esto lo hace ideal como un sistema de cine en casa. También tiene puertos HDMI 2.1 para disfrutar de las consolas de nueva generación.
No obstante, la tecnología Ambilight es la que lo convierte en el televisor perfecto para mí. Esta función utiliza tiras de luces LED, en la parte trasera del televisor, para proyectar en las paredes una luz que coincida con lo que se ve en la pantalla, extendiendo el efecto de la imagen mucho más allá de los bordes de la misma.
En el lado izquierdo de la pantalla, proyecta algo con una tonalidad roja y en la parte derecha proyecta algo con una tonalidad azul. Verás que que la luz roja se extiende desde la izquierda del televisor y azul desde la derecha, con la parte superior dividida entre las dos. Y cambia en tiempo real, siguiendo la acción en pantalla.
Este equipo te proporciona un balance genial para poder comprar cualquier tamaño de pantalla que se adapte a tus necesidades. Pero que tenga el efecto de cubrir más espacio en la pared, haciendo que se sienta aún más cinematográfico. Por eso, este televisor era la mejora perfecta para mí, y mi objetivo era conseguir el mayor efecto cinematográfico posible.
Desde fuera, la tecnología Ambilight parece un truco, pero te sorprendería lo bueno que es y lo aburrido que después es ver un televisor estándar.
Lamentablemente, los televisores Philips Ambilight no están disponibles en Latinoamérica, aunque en general se puede reproducir el efecto en cualquier televisor utilizando la caja de sincronización HDMI Philips Hue Play y Philips Hue Gradient.
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