VEREDICTO T3
El show de Cuphead es un triunfo animado y es también una oda al juego, así como una carta de amor a la animación como medio de comunicación. Es una obra de arte animada (al igual que el amado videojuego de Studio MDHR) y aunque podríamos quejarnos de algunos detalles pasados por alto (algo común en las adaptaciones de Netflix), ya es título obligado en nuestra lista de series par maratonear.
Pros
Cons
¡Acércate, acércate! ¡Bienvenido al... ¿Show de Cuphead?! Sí. Así como leíste. Aunque el increíblemente bien ejecutado, divertido y exigente videojuego originalmente no parecía ser candidato para traspasar los límites de las consolas y aterrizar en territorio televisivo, el título de Studio MDHR ha sido retomado por Netflix para convertirse en una serie encantadora y rebosante de creatividad... Es, en otras palabras, una carta de amor dedicada al popular juego.
En El show de Cuphead vemos a los hermanos Cuphead y Mugman explorando su mundo de caricatura, Inkwell Isle, en una docena de aventuras de 15 minutos cada una, durante las cuales ambos se encuentran con un montón de coloridos amigos, enemigos, así como al mismísimo Diablo.
Aunque el juego original no dota a Cuphead y Mugman de personalidades definidas, en la serie son un par de personajes divertidos, cada cual con su carácter propio: Cuphead es impulsivo y temperamental, siempre dispuesto a involucrarse en cualquier aventura... y a salir con igual facilidad de ella; Mugman, por su parte, es un poco más sensato, aunque es fácilmente influenciable y siempre sigue a su hermano en sus disparatadas ocurrencias. Como dinámica, no tiene nada de nuevo, pero la onda retro es la voz cantante en esta serie. Las aventuras al estilo vaudeville salen directamente de la era del cine mudo clásico de Hollywood, con sus errores e irregularidades, que encajan a la perfección con el estilo artístico tan bellamente creado aquí.
Como en el juego, el director Dave Wasson y su equipo han aprovechado el amor de Studio HDMR por los estilos de animación de Walt Disney y Fleischer Studios de los años 30s y 40s. Cada escena –acompañada del aspecto granuloso de la era– aparece con un estilo cinético dibujado a mano que tristemente va por el mismo camino del dodo en esta era de animación digital y desinfectada.
El tono alegre y festivo de la serie es evidente desde el opening mismo del Show de Chuphead, una secuencia de créditos musical hermosamente realizada que precede a cada episodio. De hecho, hay varios elementos sólidos en el armado del soundtrack de El show de Cuphead. No vas a encontrar una melodía tan pegajosa como "Toss a coin to your witcher" de The Witcher, pero la serie entrega su mejor esfuerzo al imitar (y, a veces, superar) aquellas canciones de la Edad de Oro en las que se inspira.
Como es de esperarse de una caricatura moderna, se trata de una historia con episodios seriados en todo momento, comenzando con Cuphead vendiendo su alma al Diablo. Lo que la hace frustrante es que es un poco intermitente, ya que la mayoría de las travesuras de Cuphead y Mugman son entradas independientes que hacen poco para impulsar la historia derechito hasta la recta final. Es una pena, ya que la presencia del Diablo (en la voz de Luke Millington-Drake, que entrega una maravillosa mezcla de Jafar, Mr. Burns y Robot Devil de Futurama) junto con King Dice (a quien Wayne Brady da voz) es lo que reactiva el ritmo del show. En medio de un gran grupo de talentos, la pareja de actores siempre ofrece las interpretaciones más sólidas.
Sin ellos, la serie parece perder el rumbo a veces, con un puñado de participaciones en sketches cómicos que funcionan como relleno, y abusan de su estadía en el show. Pero hay muchos más aciertos que errores en la serie de 12 episodios, y la aparición de Cuphead en el programa de juegos "Roll The Dice" de King Dice es un punto particularmente culminante, ametrallándonos con una divertida rutina de seis a siete minutos que podría haber sido arrancado del guión de una película de los hermanos Marx. Es así de bueno.
No obstante, es realmente difícil saber para quién está hecha esta serie: los fans del videojuego definitivamente se deleitarán con el mundo que cobra vida de forma tan ingeniosa. Los jefes del run-and-gunner de 2017, como Chauncey Chanetay, Ribby y Croaks, entre otros, están aquí; y la mezcla heterogénea de Easter Eggs hará que los fanáticos revisen cada episodio cuadro por cuadro. Sin embargo, El show de Cuphead está dirigido en general a un público más joven.
Eso es algo que nos preocupa un poco, ya que algunas secuencias son bastante oscuras y parecen salidas de la más frenéticas pesadillas, francamente (que, curiosamente, parecen ser inducidas por dichas secuencias, por cierto). En una escena, el guardián de Cuphead y Mugman, Elder Kettle, se convierte en un esqueleto. Otra, muestra a los ciudadanos de Inkwell Isle siendo absorbidos por su fuerza vital después de perder un juego de Soul Ball. Aquí debemos advertirles a quienes ya son padres: es posible que prefieras esperar hasta que los pequeños sean un poco mayores antes de dejarles ver esto.
Tampoco alcanza a dar en el clavo al estilo de Bob Esponja cuando trata de combinar el humor físico con los movimientos rápidos (para mantener la atención de los niños) con chistes e indirectas para "adultos". A veces parece demasiado juvenil y puede decepcionar a aquellos que esperan chistes y bromas un poco más obscenas, aparte de las travesuras de Cuphead y Mugman.
A pesar de esto, es casi imposible ver El show de Cuphead sin una gran sonrisa bobalicona en tu rostro cuando siempre está haciendo todo lo posible para entretenerte... y cuando –además– lo logra tan seguido. Cuphead y Mugman evaden continuamente las garras del Diablo y sus tretas alocadas son un placer para los fanáticos de la animación y los juegos.
Si las próximas adaptaciones de Netflix (incluidas Tomb Raider, Assassin's Creed y Far Cry), llegan a tener algo de la magia y genialidad con que se realizó esta serie, podríamos estar viendo un renacimiento de las historias de videojuegos que logran trascender a la televisión. Sin embargo, hasta que lleguen esas otras series, brindemos a la salud de El show de Cuphead.