¡Anímate, amigo! Sí, puede que hoy sea el Blue Monday, el día científicamente probado como el más deprimente del año. Pero eso no es motivo para estar deprimido, al menos mientras estés suscrito a Netflix. Además de todos esos emocionantes Netflix Originals, el servicio de streaming también sirve como videoclub global: un lugar donde puedes elegir entre una selección de películas antiguas de distintos niveles de tontería, para verlas cuando quieras.
Parte de la razón por la que Netflix sigue siendo el servicio de streaming favorito del mundo es que realmente tiene algo para todo el mundo, para ver "gratis" (una vez que has pagado tu suscripción mensual). Amazon Prime Video y Disney+ también cumplen esta función, pero Netflix lleva la delantera en cuanto a cantidad de contenidos. Eso incluye películas de acción, terror, anime, documentales y, sí, comedias. Nuestra lista de las mejores películas para ver en Netflix en enero se queda corta en cuanto a nuevas comedias, pero aquí tienes algunos clásicos llenos de alegría que te harán partirte de risa y te alegrarán el día más triste de todos.
Me encantan las comedias en las que alguien sin talento para el cine intenta hacer una película. Por desgracia, Ed Wood y The Disaster Artist no están en Netflix ahora mismo, pero este excelente film de Eddie Murphy sí. Murphy interpreta a Rudy Ray Moore, un malhablado cómico y poeta de los años 70, considerado por algunos como el inventor del género rap. Decide dedicarse al cine, interpretando a su alter-ego Dolemite.
En la película dentro de la película, es el proxeneta más malo de la ciudad, en una misión de venganza contra los policías corruptos que le encerraron, ayudado por un ejército de prostitutas luchadoras de kung-fu. Como realizador de la película, es inepto pero decidido, a pesar de la falta de fondos, decorados y talento.
Esta película podría haber sido fácilmente un desastre ofensivo, pero la inteligente interpretación de Murphy, y el genuino cariño que siente por su desventurada banda, la hacen realmente enternecedora, con algunos momentos de risa a carcajadas. Si alguna vez has visto la Dolemite original, te darás cuenta de que los supuestos fragmentos de la misma en Mi nombre es Dolemite se ven mucho mejor de lo que se veían en la vida real, en su momento.
Esta comedia extremadamente anticorrecta de Sacha Baron-Cohen recibió críticas un tanto dispares debido a su humor infantil, en gran parte basado en pipí, excremento y sexo. Sin embargo, si se ignoran escenas como la de un hombre que se cuelga de una ventana con una cuerda por la ingle, se obtiene una inteligente sátira tanto de los tiranos de Oriente Próximo como de las hipocresías del Occidente democrático.
Baron-Cohen interpreta al almirante general Aladeen, líder supremo de la República de Wadiya y dueño de "la barba suprema". Es claramente una amalgama de Ghaddafi y Saddam, y también tiene a Osama Bin Laden como invitado. Evidentemente, los personajes que se satirizan en esta película son un poco antiguos, ya que están todos muertos, pero los temas que se tratan son eternos.
Aladeen asiste a una asamblea de la ONU en Nueva York para pronunciar un discurso en el que mantiene su pretensión de que no está construyendo armas de destrucción masiva; de hecho, está trabajando en su cohete "Barba de la Perdición". Debido a las desafortunadas circunstancias, le afeitan la barba y, como ahora está supuestamente irreconocible, le impiden entrar en la reunión mientras su traicionero tío Tamir trae a un doble para que pronuncie el discurso en su lugar. Tamir, interpretado magistralmente por Ben Kingsley, pretende vender los derechos petrolíferos de Wadiya a rusos, chinos y un representante de Shell.
Lo que sigue son 80 minutos de comedia extremadamente vulgar, mezclada con algo de humor más anticuado, más parecido al de los Hermanos Marx, con una fina capa de sátira política realmente mordaz. Creo que, o bien te hará mucha gracia, o bien la verás con cara de piedra durante 10 minutos antes de decidir que no es para ti.
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Convertir a Alan Partridge en un héroe de acción no parece una gran idea a primera vista, pero Steve Coogan lo consigue con Alpha Papa. Tanto si intenta describir un delito a la policía ("Daño corporal real, daño corporal grave… daño… matonismo crónico… blandimiento") como si toma la decisión táctica de "guardar" sus genitales después de perder los pantalones al escapar por una ventana, Alan no es una estrella de acción clásica del estilo de Bruce Willis.
Sin embargo, cuando se convierte en la cara de un asedio en la emisora de radio local en la que trabaja, se pone a la altura de las circunstancias, aunque sólo sea porque cree que así se asegurará el codiciado espacio en el programa de desayunos.
Aunque la mayor parte del reparto es un "quién es quién" de la comedia de principios de 2010, el movimiento más ingenioso es incorporar al actor Colm Meaney para interpretar a Pat Farrell, el agraviado presentador del programa folk nocturno Roll Out The Farrell. Mientras las risas se mantienen, Meaney aporta algo de patetismo (y una cierta amenaza física) en el papel de D-Jock, que toma rehenes.
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